Gran Tapiz del World Trade Center

Para tejer el tapiz fue necesaria la labor de cinco mujeres además del propio Josep Royo, trabajando entre cinco y siete horas diarias durante diez meses.

Pere Portabella grabó un pequeño documental titulado Miró, Tapís, donde se registra la parte final de la construcción de la obra así como su traslado desde la La Farinera a Tarragona.

Según declaraciones de Josep Royo: El tapiz presentaba tres figuras las cuales ocupaban gran parte del espacio, y del contacto entre ellas surgían campos donde se desarrollaba el cromatismo propio de Miró, estando la obra compuesta principalmente a partir de tonos rojos, verdes y amarillos.

La obra tuvo problemas para cruzar la frontera francesa, siendo necesaria la intervención de Francesc Farreres, director de la Fundació Maeght, quien contactó a un alto cargo del gobierno de Madrid para que se concediera el permiso necesario para pasar la frontera.

[7]​ El tapiz resultó destruido durante los atentados del 11 de septiembre de 2001, en los cuales también desaparecieron obras de artistas como Alexander Calder, Louise Nevelson, Pablo Picasso, Roy Lichtenstein, Paul Klee, Auguste Rodin y Le Corbusier.

[10]​ Según declaraciones de Josep Royo: Tras el desastre, el entonces presidente del gobierno español José María Aznar pensó que sería buena idea confeccionar un tapiz similar para regalarlo al también entonces presidente de los EE.

Josep Piqué, entonces Ministro de Asuntos Exteriores, se puso en contacto con Royo, quien dijo al respecto: «Por un lado me hacía ilusión y por el otro no sabía si me estaba poniendo en algún asunto complicado.