[1] La guerra contra O'Neill y sus aliados supuso para Inglaterra el mayor conflicto bélico en la época isabelina.
Se propuso la creación de un gobierno provincial, en el que Henry Bagenal, un colono inglés asentado en Newry, ocuparía la presidencia.
Por tierra, solo había dos pasos viables para las tropas: Newry en el este y Sligo en el oeste.
El resto del territorio circundante estaba cubierto de bosques, marismas, montañas y bog.
Quedaba la posibilidad de localizar un puerto en la costa norte donde desembarcar tropas, pero esta posibilidad la complicaban los clanes escoceses que apoyaban a O'Neill con hombres y armas y distraían a los ingleses.
El resto fue apresado en la propia Armagh, aunque salvaron sus vidas a cambio de evacuar la ciudad.
La de Yellow Ford era la peor derrota sufrida por los ingleses en Irlanda hasta ese momento.
La victoria propició levantamientos por todo el país y la guerra adquirió una dimensión mucho mayor.
Sin embargo, la mayor parte de los ingleses viejos permanecieron hostiles hacia los nativos irlandeses.
El resto de los señores se rindieron a Carew una vez que los mercenarios contratados por O'Neill fueron derrotados.
En 1601, llegó por fin la tan anhelada ayuda extranjera 4000 soldados españoles desembarcaban en Kinsale, Cork, en el extremo sur de Irlanda.
O'Neill y O'Donnell decidieron lanzar un ataque sorpresa, pero los ingleses estaban preparados y el enfrentamiento se solucionó con unas cuantas escaramuzas, en las que los irlandeses fueron derrotados en lo que se ha conocido como la batalla de Kinsale.
Los rebeldes se retiraron al Úlster donde intentaron reagruparse, pero el viaje de vuelta, cruzando parajes inundados y congelados, produjo más bajas que la propia batalla.
El último bastión rebelde en el sur, el castillo de Dunboy, fue sitiado y tomado por George Carew.
Red Hugh O'Donnell murió en 1602 en España, a donde se había dirigido en busca de nuevas ayudas, y su hermano Rory asumió la jefatura del clan.
Junto con Hugh O'Neill prosiguieron la lucha, aunque tuvieron que limitarse al uso de tácticas de guerrilla contra Mountjoy, Docwra, Chichester y Niall Garve O'Donnell, que controlaban el país.
Tras la guerra, el nuevo rey Jacobo I concedió a los irlandeses un acuerdo de paz muy favorable.
Inglaterra no disponía de ejércitos profesionales y el Parlamento no estaba dispuesto a aprobar nuevos impuestos para financiar operaciones militares; además, estaban las guerras de Flandes, donde tropas británicas apoyaban a los Países Bajos en su insurrección contra España.
En 1607 O'Donnell y O'Neill, junto con otros jefes gaélicos del Úlster, partieron hacia el continente en busca de respaldo militar que les permitiera reiniciar la guerra, en un movimiento que ha pasado a la historia como la «Fuga de los Condes».
El objetivo preferente, España, había firmado en 1604 la paz con la Inglaterra de los Estuardo y tampoco atravesaba un buen momento para empresas arriesgadas.