Higinio Sobera

Sus crímenes estuvieron marcados por la impulsividad, y la necrofilia presente en su segundo homicidio conocido fue el principal factor de escándalo en la sociedad.

Todos los excesos y abusos del "pelón Sobera", eran siempre solapados por su familia, que los excusaba como simple excentricidad, muy común en cualquier joven de alta sociedad.

El plan de escape fue que Sobera se trasladara a un hotel, se hospedó en el Hotel del Prado bajo un nombre falso y después su familia lo trasladaría a España donde sería internado en alguna institución psiquiátrica.

Después del incidente Sobera ordenó al taxista que bajara del vehículo y él mismo condujo hacia un motel que se encontraba sobre la carretera fuera de la ciudad, en donde sostuvo relaciones sexuales con el cadáver.

Aparentemente, él no tuvo ningún control sobre sus actos al momento de los homicidios, pero también era cierto que dichos eventos no le representaban ningún remordimiento y siempre se mostró frío y cínico al respecto; posterior a su detención, estando en el Ministerio Público rindiendo su declaración, Sobera mencionó: "Tengo hambre... ¿Por qué no toman el dinero de los que maté y se van a comprar unas tortas?..."

En palabras del propio Quiroz: "La política criminal aún no tiene la suficiente madurez, por lo menos no en México, como para poder razonar contra este tipo de conductas, por lo que la única alternativa que tiene es recluir al trastornado y siendo vigilado para ejercer control sobre su conducta..." En 1982, después de 30 años de reclusión el pelón Sobera salió en libertad, ya nada quedaba del joven soberbio y prepotente, y mucho menos del peligroso criminal; ya solo quedaba un senil, lento e inofensivo hombre maduro de 54 años.

Sus últimos años de vida los paso en un total ensimismamiento, muchas veces se le vio alimentando a los patos en Xochimilco.