Esto también incrementó el tráfico de esclavos (previamente existente) y que culminaría formalmente en el siglo XIX.
Según se dice en las últimas exploraciones paleontológicas y arqueológicas, los homínidos ya existían en África hace por lo menos 5 millones de años.
La población se desplazó fuera de la zona dirigiéndose hacia el valle del Nilo, donde crearon asentamientos permanentes o semipermanentes.
La región donde actualmente se encuentra el Sahara fue originalmente un buen sitio para la agricultura (cerca del año 4000 a. C.).
El Antiguo Egipto alcanzó su máximo poder, riqueza y extensión territorial en el periodo del Nuevo Imperio (1567-1085 a. C.).
A pesar de que Fezzan fue ocupado por ellos, los romanos hallaron en el resto del Sahara una barrera impenetrable.
Nubia y Etiopía fueron alcanzadas, pero una expedición enviada por Nerón para descubrir el nacimiento del Nilo fracasó.
Alrededor del año 3000 a. C. la agricultura surgió independientemente en Etiopía, con cultivos como el café, teff, mijo dedo, sorgo, cebada y ensete.
[6] Algunos cultivos también fueron adoptados de otras regiones en esta época, entre ellos se pueden mencionar el mijo perla, caupí, algodón, sandía y porongo, mismos que comenzaron a ser cultivados tanto en África occidental como en la región de Sahel mientras que el mijo dedo, guisante, lenteja y lino se asentaron en Etiopía.
Etiopía tuvo un gobierno centralizado por muchos milenios y el Reino de Aksum, el cual se desarrolló allí, había creado un poderoso imperio comerciante —con rutas comerciales que llegaban a lugares tan lejanos como la India—.
Uno de los principales eventos ocurridos en África central durante este periodo fue el establecimiento del Imperio Kanem-Bornu en lo que hoy en día es Chad.
El Imperio Kanem florecería en los siglos posteriores poniendo las bases para el surgimiento de futuros grandes Estados en la región del Sahel.
Dándole una apariencia similar a la actual, donde existe un océano de pueblos que hablan lenguas nigero-congoleñas quedando poblaciones marginales que o bien hablan lenguas no emparentadas con el bantú (khoisano, sandawe, hadza) o tienen marcadores genéticos bastante diferentes de los bantúes comunes (por ejemplo, los pigmeos).
La influencia árabe y la religión islámica se adhirieron indeleblemente al norte de África.
También se establecieron firmemente a lo largo de la costa oriental, donde los árabes, los persas y los indios establecieron florecientes colonias, tales como Mombasa, Malindi y Sofala, ejerciendo una influencia análoga a aquella desempeñado en siglos previos por los cartagineses en la costa norte.
Esto se llevó a cabo más fácilmente por el uso del camello (introducido originalmente en África por los conquistadores persas de Egipto), el cual permitió que los árabes pudieran atravesar el desierto.
La ciudad había sido visitada en 1352 por el gran viajero árabe Ibn Battuta, cuya travesía a Mombasa y Quiloa (Kilwa) proporcionó los primeros conocimientos acertados de aquellas florecientes ciudades musulmanes de los suajili en las costas orientales africanas.
El avance árabe hacia el sur fue detenido por el ancho cinturón de densa selva, desplegándose casi a todo el ancho del continente aproximadamente al sur de la latitud 10° N, y mismo que bloqueó su avance tal como el Sahara lo había hecho con sus predecesores.
Portugal declaró su soberanía en todo punto en que sus navegantes desembarcaran, pero esta no fue ejercida en el extremo sur del continente.
Una incursión de tribus del interior más tarde ese mismo siglo acabó con el poder del Estado semi-cristiano, y la actividad portuguesa fue transferida en buena parte hacia el sur, fundando São Paulo de Loanda (hoy Luanda) en 1576.
En el sur de África la lucha contra Napoleón llevó al Reino Unido a tomar asentamientos holandeses en El Cabo, y en 1814 la Colonia del Cabo, la cual había sido ocupada continuamente por tropas británicas desde 1806, fue cedida formalmente a la Corona británica.
En muchos casos los misioneros se convertían en exploradores o agentes comerciales y de colonialismo.
Uno de los primeros en intentar rellenar los espacios en blanco restantes en el mapa europeo fue David Livingstone, que había Estado involucrado en las labores misioneras desde 1840 al norte del Orange.
Esta acción puso fin a los Estados bereberes independientes, un obstáculo mayor para la estrategia francesa en el Mediterráneo.
Durante una época donde la balanza comercial de Gran Bretaña mostraba un creciente déficit, con los mercados continentales encogiéndose y cada vez más proteccionistas debido a la Gran Depresión entre los años 1873 y 1896, África ofrecía al Reino Unido, Imperio Alemán, Francia y otros países un mercado abierto del que se cosecharía un gran excedente: un mercado que comprara más de la metrópoli de lo que vendía en total.
Comenzó con Libia en 1951, a pesar de que Liberia, Sudáfrica, Egipto y Etiopía ya eran independientes.
Hoy en día, África contiene 54 países soberanos, la mayoría de los cuales tienen fronteras que se dibujaron durante la era del colonialismo europeo.
Estas autonomías regionales no son reconocidas internacionalmente, y han generado que Somalia sea considerado un Estado fallido.
Por razones políticas, muchos dirigentes abrieron conflictos étnicos, algunos de los cuales fueron exacerbados, o incluso creados, por el dominio colonial.
El conflicto de la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, así como las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) también jugaron un papel en la inestabilidad.