Sobre estas ruinas, Pericles levantó el Partenón junto con el resto de los edificios repartidos por toda la montaña.
Durante el asedio de Atenas en 1687, los venecianos, bajo el mandato del general Francesco Morosini, hicieron grandes destrozos con sus bombardeos.
[2] Existen evidencias arqueológicas de la ocupación y uso durante el heládico antiguo, a mediados del III milenio a. C. cuando se erguía un palacio en aquel lugar.
Al noroeste existía otra entrada, a la que se llegaba mediante una escalera de aproximadamente quince escalones excavados en la roca.
Al nordeste había un portillo y una escalera que iba a la fuente conocida como Clepsidra.
Aún existe una gran parte de la muralla, realizada con piedras diagonales mal recortadas en el lado sur.
[3] Siguió así durante la Edad Oscura que precedió al nacimiento de la polis ateniense en el siglo VIII a. C. En dicha época, existía un pequeño templo dedicado a Atenea mencionado por Homero y un mégaron o patio de audiencias y reuniones.
Estas columnatas fueron prácticamente finalizadas en el año 432 a. C. y tenían dos alas, sirviendo la norte como pinacoteca.
[7] Al mismo tiempo que los Propileos, se comenzó la construcción del pequeño templo jónico de Atenea Niké.
Herodes Ático, cónsul romano, escribía a su amigo Cicerón hablando sobre Atenas con gran entusiasmo.
Por ejemplo, en el año 161 se construyó gracias a Herodes Ático, un odeón al lado del teatro de Dioniso.
[14] Durante el imperio otomano (1299-1923), los turcos ocuparon Grecia el año 1453 con la conquista de Atenas, hasta la independencia helénica en 1832.
[17] Cada año, los atenienses celebraban un festival conocido como las Panateneas, que rivalizaba con los Juegos Olímpicos en popularidad.