El templo se convertiría, gracias a las sucesivas adiciones, en la catedral gótica más grande del mundo.
La mezquita mayor pasó a ser la catedral de la ciudad y el rey ordenó que se le añadiera una Capilla Real, donde fueron enterrados Alfonso X, Beatriz de Suabia y el mismo rey Fernando.
El Imperio almohade absorbió a Sevilla en 1151, con lo que comenzó una época de florecimiento cultural y social para la ciudad del Guadalquivir.
[5] Ahmad Ben Baso, reconocido arquitecto de origen andalusí, fue comisionado para levantar la mezquita.
La mezquita, a la que se accedía por la actual Puerta del Perdón, en la fachada sur, alojaba el extenso espacio ajardinado hoy conocido como Patio de los Naranjos.
[7] En este estado permaneció hasta la segunda mitad del siglo XIII, cuando se iniciaron los proyectos para derrumbarla.
[13]Según algunos estudios, Alonso Martínez fue el autor de los planos originales hacia 1386.
[14]Sin embargo, otros autores opinan que fue Pedro García quien asumió un papel fundamental con anterioridad al proyecto definitivo, organizado entre 1433 y 1434 con la inicial supervisión de Diego Fernández y Jehan Ysambart.
[17] El templo gótico resultó mucho más grande y majestuoso de lo que se había planeado.
[18] Los constructores no hicieron cambios significativos al diseño original del cabildo.
Alonso Rodríguez fue despedido y su puesto lo ocupó Juan Gil de Hontañón.
Con base en el marco estilístico inicial, diseñó una nueva cúpula que se culminó ocho años más tarde.
Todos los agregados, con la excepción de la sillería gótica para el coro, se hicieron en un finísimo estilo renacentista con influencias flamencas.
Decorada con elementos profundamente platerescos, descuellan sus bóvedas abanicadas y sus ventanas elípticas.
[37] Otros pintores cuyas obras se encuentran en el recinto son Lucas Valdés y Simon de Vos.
Con la llegada del academicismo a España, en la segunda mitad del siglo XVIII, se planteó la necesidad de «monumentalizar» el edificio de la catedral, reduciendo el espacio y adaptándolo al neoclásico imperante.
Esta reforma, que afectó sobre todo al ángulo suroeste del recinto, fue llevada a cabo por Manuel Núñez y Fernando de Rosales.
Muchos importantes clérigos y algunos arzobispos de Sevilla eligieron el recinto como lugar para su enterramiento.