Muchas otras teorías del cambio climático estaban más avanzadas, involucrando fuerzas que iban desde el vulcanismo hasta la variación solar.
Para los inicios del siglo XIX muchos creyeron que la transformación estaba alterando el clima de las regiones - probablemente para mejor.
Cuando los granjeros tomaron las Grandes Llanuras les habían dicho que "la lluvia sigue al arado".
Cuando las cifras fueron analizadas mostraron muchas subidas y bajadas, pero un cambio no constante a largo plazo.
Considerando los efectos regionales, pocos imaginaban que los seres humanos podrían afectar el clima del planeta en conjunto.
Sabía que sería necesaria una fuerza excepcional mover tales grandes rocas.
En 1837 Agassiz fue el primero en proponer científicamente que la Tierra había sido objeto de una glaciación pasada.
[8] William Buckland había guiado los intentos en Gran Bretaña de adaptar la teoría geológica del catastrofismo para tener en cuenta a las rocas errántes y otro "diluvio" como reliquias del Diluvio Universal.
La tierra luego absorbe la luz visible y emite radiación infrarroja como respuesta, pero la atmósfera no transmite la radiación infrarroja de manera eficiente, lo cual por lo tanto incrementa la temperatura de la superficie.
Por ejemplo, a mediados del siglo XIX, James Croll publica los cálculos de cómo las fuerzas gravitacionales del sol, la luna y los planetas afectan sutilmente al movimiento y orientación de la Tierra.
La nieve se acumularía, reflejando la luz del sol y conduciendo hacia una glaciación auto-sostenible.
Este resultado fue poco sorprendente, dado que los científicos conocían el espectro de absorción desde hacía décadas.
En general, Arrhenius calculó que cortando el CO2 a la mitad sería suficiente para producir una glaciación.
[15] Arrhenius vio que esta emisión humana de carbono llevaría finalmente al calentamiento.
Estos primeros experimentos resultaron posteriormente ser insuficientemente precisos, dada la instrumentación de la época.
[15] A otras teorías sobre las causas del cambio climático no les fue mejor.
A inicios de los años 1920, había concluido que la constante solar había sido mal llamada: sus observaciones demostraron grandes variaciones, las cuales conectó con las manchas solares que pasaban por la cara del Sol.
Tarde o temprano, cada predicción falló, y el tema cayó en desprestigio.
[20] En 1938 un ingeniero británico, Guy Stewart Callendar, intentó revivir la teoría del efecto invernadero de Arrehnius.
En los años sesenta, la contaminación en aerosol (esmog) se había convertido en un problema local serio en muchas ciudades y algunos científicos comenzaron a considerar si el efecto de enfriamiento de las partículas en suspensión podía afectar las temperaturas globales.
Sin embargo, podría ser la más inexorable si somos lo suficientemente afortunados para evadir el resto.
” Ciertos estimados sencillos a escala mundial[35] que han sido actualizados recientemente[36] y confirmados por cálculos de modelos más refinados[37][38] mostraron contribuciones considerables del calor residual al calentamiento global después del año 2100, si no disminuían los niveles de crecimiento (por debajo del 2% promedio que se producía desde 1973)..
[39] Varias otras clases de modelos en computadora dieron resultados similares: era imposible hacer un modelo que mostrara algo que se asemejara al clima actual y no obtener un aumento en la temperatura cuando se incrementaba la concentración de CO2.
Esto era inesperado, ya que el cambio de la luz solar en ese ciclo fue ligero.
[41] A principios de los años ochenta, la ligera tendencia al enfriamiento que ocurrió entre 1945 y 1975 se detuvo.
En 1973, el científico británico James Lovelock hizo especulaciones respecto a que los cloroflurocarbonos (CFC) podrían contribuir al calentamiento global.
En otras palabras, el calentamiento global llegaría dos veces más rápido de lo que se esperaba.
La conferencia concluyó afirmando que los cambios en la atmósfera debido a la contaminación humana "representan una amenaza importante a la seguridad internacional y están teniendo ya consecuencias dañinas sobre muchas partes del globo terráqueo", y declararon que en el 2005 el mundo debe disminuir sus emisiones a un 20% por debajo de los niveles de 1988.
[47] Tanto el PNUMA y la OMM le dieron seguimiento a la conferencia del año 1985 con otras reuniones.
El metano fue detectado posteriormente en la atmósfera en 1948 y, en los años ochenta, los científicos se dieron cuenta de que las emisiones humanas tenían un impacto sustancial.