Historia del urbanismo en España

En otras ciudades se implantan diferentes organismos para poder controlar la población y también habrá obras como acueductos como en Tarraco, Augusta Emerita, etc. Ya en la Edad Media, la invasión musulmana trajo consigo la desaparición de núcleos del sur y en el norte aparecen varios de nueva planta.

Son casi como una auténtica ciudad nueva, Barcelona fue el primer ejemplo, después se dio en Bilbao, Madrid y San Sebastián.

Al llevarse la industria fuera del espacio urbano se sustituye con importancia para las vivencias y servicios.

También concedió la ciudadanía romana a municipios ya existentes, premiando así su fidelidad en la guerra civil que mantuvo con Pompeyo en la Península, por eso la mayoría de ellos se encuentran en la Bética.

El plano urbano se integra por una serie de calles sinuosas que desde el centro de la ciudad iban hacia la muralla, las calles principales se dividían en secundarias, también sinuosas y estrechas y solían unirse a callejones.

Destaca el camino de Santiago que da lugar a la formación de elementos urbanos a los que los reyes concedían bastantes privilegios como Jaca, Pamplona, Astorga o Burgos, con plano lineal en torno al camino.

Ya en el siglo XIII la reconquista toma un nuevo impulso y se conceden privilegios a la población que ya existía y los propios reyes fundan ciudades con trazado regular o irregular, aunque predominan las regulares, reflejo de la organización social y económica de este periodo, existiría una calle para los nobles, la iglesia sería muy importante, habrá zonas para las manufacturas, otra para los judíos.

Por otra parte, hubo en Madrid despreocupación urbana contraria a otras ciudades europeas, los caminos que iban hacia Toledo, Alcalá de Henares, Fuencarral y Hortaleza sirvieron de organización y crecimiento urbano, también hubo edificaciones hacia el camino del monasterio de San Jerónimo, lo único que se proyectó racionalmente fue la Plaza Mayor, se edificaron a su alrededor palacios y conventos.

Los ingenieros militares desempeñaron un papel decisivo en la creación de los nuevos arsenales marítimos y las poblaciones anejas.

La generación fernandina es una continuación del siglo XVIII, su trazado responde a una cuadrícula de dimensiones muy reducidas, cruzada por algunas diagonales que unían las plazas.

Silvestre Pérez fue el encargado de llevar a cabo reformas en Madrid, como arquitecto del rey José.

El anticlericalismo de la ideología revolucionaria francesa, permitió llevar a cabo acciones impensables con anterioridad.

También se procedió a la expropiación y derribo de conventos para despejar el entramado urbano, que pasaron a ser plazas (conservando el nombre del respectivo convento: Santa Ana, Santo Domingo, Los Mostenses o San Miguel).

Dos décadas después, la desamortización de Mendizábal volvería a permitir ganar terreno recurriendo al mismo procedimiento.

La apertura de plazas intramuros se vio favorecida por la desamortización, que tuvo su punto álgido entre 1835 y 1837.

Tomando como referencia estas leyes, el proyecto de Bilbao y la experiencia pionera del Ensanche de Barcelona diseñado por Ildefonso Cerdá, numerosos municipios acometieron ensanches: Madrid, Valencia, Bilbao, Málaga, San Sebastián, León, Alcoy, Santander, Vitoria, Tarragona, Pontevedra, Pamplona y Mataró, entre otros.

Su característica principal es el trazado ortogonal uniforme, con tres ejes oblicuos (Diagonal, Meridiana y Paralelo) que facilitan su recorrido.

Esta ambiciosa operación, por afectar a la práctica totalidad de la población, apenas encuentra paralelos en España.

En Barcelona se introduce la tracción por vapor en 1877 (a Sant Andreu), y la primera línea electrificada es de 1899.

En 1892 Arturo Soria publica su proyecto de Ciudad Lineal, que se extendería entre las ciudades núcleo existentes.

Las viviendas se pensaron desde el principio unifamiliares, con grandes extensiones de jardín, huertos y zonas verdes.

No solamente enunció un programa de ciudad ideal, sino que creó una compañía privada para llevarlo a la práctica.

Ese modelo tuvo una buena acogida en Cataluña donde se plantearon al menos tres proyectos: una barriada en Barcelona, una articulación del eje Reus-Tarragona-Salou (que hubiera sido mucho más acorde con la idea inicial de Soria) y una colonia agrícola en Vilanova, que no llegaron a realizarse.

En Madrid, el ingeniero municipal Pedro Núñez Granés, intento unir de forma coherente la ciudad con los núcleos periféricos.

La prolongación de la Castellana, debía llevarse a cabo eliminando el hipódromo y corrigiendo su alineación para que tomase la orientación sur-norte.

En los primeros años del siglo XX, en Barcelona se manifestaba la necesidad de articular el ensanche Cerdà con la periferia.

El Instituto Nacional de Industria (|INI) llevó a cabo proyectos industriales en ciudades medias (&&&&&&&&&&050000.&&&&&050 000 habitantes).

Este importante crecimiento urbanístico se trasladó a la morfología urbana con grandes complejos residenciales asentados en la periferia y serán para la clase media.

A nivel particular se buscan nuevas localizaciones industriales relacionadas con productos que requieren mano de obra especializada como textiles o calzado.

Respecto a la llegada de la democracia es la ordenación del territorio competencia autónoma con su propia legislación.

Plano romano de Caesaraugusta, encuadrado en la Zaragoza actual. Puede verse el decumanus maximus (1), el cardus maximus (2), el foro de Caesaraugusta (3), el puerto fluvial (4), los baños públicos (5), el teatro (6) y la muralla (7).
Aspecto de la Plaza Mayor de Madrid en 1760, antes del incendio de 1790, todavía con 5 pisos. Óleo de Lorenzo Quirós (1760), conservado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando .
Vista aérea de Vitoria con la Plaza Nueva.
Plan de los alrededores de la ciudad de Barcelona y del proyecto para su mejora y ampliación de Ildefonso Cerdá y Suñer (1859).
Proyecto de la ciudad lineal de Arturo Soria .