Más de 200 horoi han sido sacados a la luz en el curso de las excavaciones arqueológicas del Ática y en las islas del mar Egeo bajo influencia ateniense.
A falta de ello, el comprador se convierte en propietario del bien.
Así, uno del siglo IV a. C., descubierto en Naxos indica: Esta hipoteca (griego ἀποτἱμημα προκός, apotímêma prokós) concierne a la dote pagada por el padre de la esposa a su yerno.
Este bien queda en manos del marido, pero puede ser embargado por su suegro si se comprueba incapaz de devolver la dote.
Louis Gernet rechaza esta interpretación que le parece demasiado compleja y fundada sobre el concepto de «ficción jurídica», de la que duda su existencia en la época arcaica.
Para Gernet, los hectémoros no son deudores hipotecarios, sino una clase social estatutariamente dependiente de los propietarios rurales.
Los horoi marcarían pues las tierras que, poseídas por los Eupátridas (aristócratas atenienses), son concedidas a los hectémoros y Solón habría, en sentido propio, «hecho cesar la esclavitud del pueblo».