En el año 1149 la Abadía de Santa María Real de Párraces consiguió del papa Eugenio III un privilegio por el cual, los siete pueblos (y varias aldeas, ya desaparecidas) que pertenecían a su jurisdicción eclesiástica no tendrían permitido erigir ningún tipo de templo.
Esta, se encuentra protegida por un pórtico cubierto a tres aguas, que descansa sobre dos columnas de granito.
La calle central, en su parte superior, está adornada con Cristo crucificado con San Juan y la Virgen a los lados.
En el centro, tenemos una escultura de gran tamaño del santo titular con mitra y báculo.
Óleo sobre lienzo del siglo XVIII, de autor desconocido.
Representa a una figura femenina de busto con la cabeza cubierta por un manto; delante del tórax aparecen las manos entrecruzadas en actitud orante.
El cuerpo superior está compuesto por tubos de flautado y decorado con buena talla policromada.
Estos dos cuerpos, quedan divididos por lengüetería de fachada horizontal dispuesta en Ave María.
[3] Este órgano sustituyó a uno existente del siglo XVII, hoy desaparecido.