Ingeborg de Dinamarca, reina de Francia

Pese a ello, el rey,p manifestó, la misma noche de bodas, tal aversión por su joven esposa que le llevó a repudiarla de inmediato.

Felipe Augusto apeló al papa Celestino III para la anulación de su matrimonio alegando que no se había consumado el mismo, pero Ingeborg aseguró que sí se había producido y la Santa Sede se negó a conceder la anulación.

Una asamblea de obispos y barones celebrada en Compiègne a últimos de año, anuló este matrimonio aduciendo afinidad sanguínea entre los cónyuges, anulación que no fue aceptada por el Papa, que ansiaba intervenir en los asuntos del reino.

Ante la renuencia de Felipe Augusto a cumplir con la orden del Papa, Inocencio III decretó el entredicho (o interdicto) para Francia, lo que significaba que se suspendía toda vida sacramental e impedía los entierros religiosos.

Se separó de Inés e hizo regresar a la corte a Ingeborg, que ocupó su lugar como reina de Francia, aunque nunca se reanudó la vida conyugal entre ellos.