[4] Estos camarotes presentaban comodidades bastante similares a las que se proporcionaban para la primera clase.
[5] Todos los grifos estuvieron conectados a los enormes tanques de agua dulce, ubicados en las profundidades del barco y muchas habitaciones contaban con lavabos "plegables", que podían guardarse en el gabinete del tocador para ahorrar espacio.
Ambas escaleras estaban decoradas en un diseño más sencillo y modesto en contraste con las escalinatas de primera clase.
Había tres zonas de paseo al aire libre separadas para segunda clase.
Estaba localizada en la cubierta B, teniendo a la biblioteca en el nivel inferior.
[9] La sala contaba con una zona de barra contigua para que los mayordomos suministraran bebidas y puros a los pasajeros.
Un baño contiguo se encontraba también disponible para los presentes en el salón.
Esto se debe a que estas instalaciones estaban ubicadas en la sección de popa del transatlántico, cuyas cubiertas se han derrumbado unas sobre otras.
La White Star Line se había ganado la reputación de proporcionar un servicio notablemente bueno en la tercera clase, que en ese momento se estaba convirtiendo en un negocio bastante rentable para las compañías navieras.
Estas áreas comunes fueron diseñadas con una decoración bastante sencilla, enfatizando en la facilidad del mantenimiento y la higiene de las mismas.
El comedor estaba ubicado en el centro de la cubierta F, y en realidad eran dos habitaciones separadas por un mamparo estanco.
Sus paredes estaban revestidas con paneles de pino blanco en algunas secciones, sin embargo, el resto permanecieron intactas y se pintaron las paredes de acero en esmalte blanco.
[14] Pese a la condición económica de los pasajeros, se les servían desayunos, comidas, almuerzos y cenas, en los que incluían: Gruel, gachas, arenque ahumado, jamón, huevos, patatas cocidas, sopa de arroz, fiambre, pan, té, café, fruta, queso y galletas marinera.
La sala general era un espacio de recreación bastante pequeño pero popular para que tanto hombres como mujeres, pudieran interactuar, aunque generalmente bajo la atenta mirada de sus acompañantes.
La habitación contaba con un piano, y los pasajeros con sus propios instrumentos podían formar bandas para amenizar las veladas.