Fue hijo de la chilena Hilda María Olivan Catalán y el inmigrante italiano Italo Nolli Melloni.
[2] La familia residió en la calle Seminario, en Providencia (la cual, más tarde, ganaría notoriedad en la prensa chilena por su asociación a María del Pilar Pérez),[2] y más tarde Nolli pasó tiempo entre La Florida, La Cisterna, y Santiago Centro.
Su padre fue descrito como un hombre "castigador, frío y déspota", una actitud que él replicaría en sus años más tardes.
Entrenó su cuerpo durante su adolescencia, levantando pesas en la casa familiar, llegando a ser admirado por las mujeres que lo rodeaban.
[2] Durante los años 60, el padre de Nolli tuvo una dura discusión con su hija en el negocio de cecinas familiar, lo cual provocó que una mujer ajena a la familia la golpeara, acción que no fue intervenida por su padre.
Dado al buen pasar económico familiar, típicamente se iban a Viña del Mar y Quintero para las vacaciones.
Tras caer en un romance, Nolli contrajo matrimonio con Jadué el año 1963, con más de 100 invitados a la boda.
"No la dejaba salir de su casa, la golpeaba, llegó a perder un hijo; ella le tenía terror y su vida con él fue un infierno", según dice su hermana, Magaly Jadue (madre del político Daniel Jadue).
[3] Necesitando dinero, supuestamente pasó un tiempo viviendo con familiares en Filadelfia para poder integrarse al boom económico estadounidense de la época.
De acuerdo a Interpol, si es que pasó tiempo ahí, lo hizo bajo manera ilícita.
[6] Para esconder su estilo de vida ilícita, vivió en un apartamento arrendado ubicado en Avenida Ricardo Cumming 442 con pocos lujos junto a su última pareja, Mercedes Vallade, quien lo describió como un hombre "duro, pero con sentimientos muy fuertes, preocupándose de otras personas".
Nolli se negó y respondió disparándolos diecisiete veces, matando a Morales en el momento con dieciséis de esas balas.
[4][11] De ahí, se acercó a sus chofer asociado, Raúl Campos, y su hijo, Ulises Campos, les pasó una boleta de sus negocios y les informó que se salieran del sector los antes posible.
Según Pablo Rodríguez, Nolli llegó pocos minutos después del tiroteo a su oficina, diciendo que "unos sicarios que se hicieron pasar por PDI" habían intentado asesinarlo, culpando a Alejandro Hernández, de la empresa Socorex Spa, como el quien los contrató.
Italo Nolli salió rumbo a su departamento, del cual recuperó su arsenal:[6] A su pareja, quien vio lo que pasó en La Divisa desde el asiento del copiloto, le ordenó que preparara un bolso con una muda de ropa, agua mineral y varias pertenencias personales.
Esto fue confirmado por su hijo Aníbal Nolli, quien he dicho que su padre había mostrado tendencias suicídales desde los años 90, durante su primera encarcelación, amenazando con asesinar a los que los detuvieran para provocar una respuesta letal de parte de la policía.
[15] Nolli siempre mantuvo una imagen de "gángster", vistiéndose con un impermeable negro y fedora naranja,[16] posiblemente inspirado por las númerosas mafias italo-estadounidenses, cuya nacionalidad le tenía conexión étnica por via paterna.
[19] Dado a la similitud entre sus crímenes, ha sido reconocido en los medios como el «Italo Nolli de Calama».