Terminada la escuela primaria, siempre becado, ingresó al Seminario de Guadalajara.
Como sacerdote, ejerció su ministerio en varias parroquias: Nochistlán Zacatecas, Zacoalco de Torres, San Marcos, Tecolotlán, y Cocula.
En Zocoalco, fue encarcelado por leer en la iglesia la carta pastoral de su obispo Francisco Orozco y Jiménez, donde éste manifestaba su aflicción por los atentados a la libertad del credo religioso, incluidos en la Constitución Mexicana.
Era consciente del peligro que corría pero nunca optó por abandonar a sus feligreses.
Los compañeros le insistían en que se escapara, y pudo haberlo hecho, pero no lo hizo.
Al llegar, el capitán federal Arnulfo Díaz mandó apresar a todos.
A unos diez metros había una casita, donde vivía la señora Jovita García, quien pudo dar cuenta de los hechos.