Su padre era Ramón Roig y su madre Maud Diggle Puckering, originaria de Inglaterra.
Para ayudar a solventar los gastos, trabajaba en un almacén de telas y en una fábrica en Barcelona, mientras culminaba sus estudios.
Según el archivo vaticano de canonización, temía por el estado de su nación y cada noche agarraba un crucifijo en sus manos pidiendo fuerza para todos los cristianos durante los tiempos inciertos.
En una de las visitas que realizó a una familia de apellido Rosés, el mismo día en que fue asesinado, dijo: «nada temo, llevo conmigo al Amo».
Sabiendo el destino que le esperaba, abrazó a su madre y se despidió de ella en inglés: «God is with me» («Dios está conmigo»).