Pero la mayor parte de su vida lo dedicó al periodismo, colaborando en la revista Caretas, los semanarios Jornada, Oiga y Democracia, así como en los diarios La Prensa, La Crónica y El Comercio.
Le tocó enfrentar el acoso de la dictadura militar, sufriendo varias detenciones y siendo deportado tres veces.
Su viceministro fue Héctor López Martínez, que se convirtió en su estrecho colaborador.
[6] De la Jara, que tenía sólidas convicciones democráticas, quiso marcar distancia de los excesos cometidos por la dictadura militar y planteó una política mesurada con respecto a los insurgentes, salvaguardando los derechos humanos y las libertades individuales.
[9] Pasó luego a desempeñar el cargo de embajador en Italia.