Fue párroco de San Fructuoso de Tacuarembó, Carmelo, Santa Lucía y en Montevideo, en las parroquias dedicadas a Nuestra Señora del Carmen en La Aguada, y en el Barrio Cordón.
Fue vicario general de la Arquidiócesis de Montevideo en tiempos del administrador apostólico Ricardo Isasa y Goyechea y el visitador apostólico José Johanneman.
Desplegó, además, una gran actividad misionera recorriendo toda su inmensa diócesis, destacándose su visita a la ciudad de Rivera, que por mucho tiempo no había recibido visita episcopal, a la cual llegó acompañado por dos misioneros: el redentorista Wagner y el jesuita Crespi.
La misión fue un éxito, con numerosas celebraciones del sacramento de la confirmación y una peregrinación masiva hasta el Cerro del Marco, donde se colocó una gran cruz.
Su lema episcopal fue Superimpendar pro animabus vestris ("Me desgastaré totalmente por vuestras almas" 2.ª.