[9] A su vuelta a España siguió en contacto con su primo Manuel Francisco Paul y Picardo, banquero republicano federalista; Fermín Salvochea, Ramón de Cala, Rafael Guillén y Gumersindo De la Rosa con los que junto al pintor y fotógrafo Enrique Bartorelo Quintana tuvo charlas para discutir sobre fourierismo.
[12][13] Formó parte del grupo promotor de la Revolución de 1868: Paúl y sus amigos reactivaron la revolución que estaba en punto muerto tras el destierro del general Serrano en Canarias.
A pesar de ello Paul siguió fiel al general Prim y asumió las directrices del Partido Democrático.
[31] En un duelo a pistola y a muerte, Ducazcal con la misma arma con la que Antonio de Orleans poco antes había dado muerte en duelo a Enrique de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, disparó primero por sorteo, fallando su disparo, tras lo que Paúl lo hirió en la oreja y abandonó el lugar creyéndolo muerto.[32][33].
[34] Desde el ensayo histórico más completo dedicado al atentado contra el general Prim, obra de Antonio Pedrol Rius, se señala a Paúl como ejecutor material del asesinato.
Dos días antes del atentado, perpetrado el 27 de diciembre, Paúl y Angulo suspendió la publicación del diario El Combate y abandonó la fonda París en la que residía, sin equipaje pero anunciando que salía de viaje, aunque algunos días después fue visto en Madrid.
Se dice que Moya, ayudante de Prim, que viajaba con él en su coche, y el propio Prim reconocieron la voz de Paúl Angulo dando órdenes a los asesinos.
[37] De hecho, muchos de sus antiguos correligionarios y jefes del partido republicano, como Emilio Castelar o Francisco Pi y Margall, que nada sabían del atentado, rechazaron cualquier trato con Paúl y Angulo, obligado a vivir en el exilio donde no dejó de ser señalado como autor material del mismo.
Finalmente, con la derrota cantonal en Andalucía se instaló permanentemente en Buenos Aires, Argentina, en 1874.[44].
Allí, colaboró en el diario El Español, a ojos de Paúl diario ni mitrista, ni alsinista, que lo presentó como un «obrero incansable de la escuela democrática más avanzada.
Campeón de nuestra misma idea en el viejo y nuevo mundo».
En Ecuador, al que calificó como «inmundo estercolero»,[50] fue encarcelado y estuvo a punto de morir ahorcado tras su participación en abril de 1877 en un mitin ante 2.000 obreros por «insultar abiertamente el sentimiento religioso del pueblo».
El plan consistía en que dicho levantamiento hiciese que las tropas de la frontera dejasen sus puestos para sofocarlo y aprovechar para que cuatro columnas de republicanos exiliados la atravesasen mientras se producían simultáneamente levantamientos militares, encabezados por José López Domínguez y Manuel de Salamanca Negrete, en Andalucía, Madrid y Valencia.
Sin embargo, los redactores de El Correo Español no dejaron de escribir artículos vejatorios contra Paúl, llegando a afirmar que irían «a buscarle aunque se oculte en los mismísimos infiernos».
[2] En 1884 fue detenido en Buenos Aires por retar a duelo al embajador de Colombia, José María Samper.
[32] En 1881 se nacionalizó argentino y en un discurso ante 8000 personas se posicionó a favor del gobierno y denunció el genocidio que estaban llevando a cabo los chilenos junto a los mercenarios chinos contra los argentinos, españoles y franceses que residían en Perú durante la Guerra del Pacífico.
Llegó a participar en obras de teatro con carácter benéfico y a escribir una obra teatral en 1883 titulada Lo absurdo se elimina, que se estrenó en el Teatro de la Ópera.
El plan, calificado por Paul como «una revolución ordenada», consistía en convencer tanto a Salmerón como a Emilio Castelar y Pi y Margall de que se exiliasen voluntariamente en Francia para formar un comité que sería el gobierno provisional de la república.
[72][73] Un año antes creó una empresa para construir un canal de cabotaje entre Boca y Avellaneda.