Cumplida esta misión, pasó al Callao, donde sirvió en el vapor Loa y en la fragata Apurímac.
Se sumó a la revolución iniciada en Arequipa por el coronel Mariano Ignacio Prado contra el gobierno del general Juan Antonio Pezet, acusado de demostrar debilidad ante la actitud prepotente de la Escuadra Española del Pacífico.
En 1868 fue nombrado comandante del transporte Chalaco, pero al año siguiente solicitó su retiro para incursionar en la política.
En 1876 pasó a Europa como agregado naval en Francia y después como cónsul en Dunkerque.
El Huáscar intentó espolonearlo, pero cuando ya se hallaba muy cerca, se entorpeció su máquina y quedó sin gobierno, circunstancia que aprovechó el Manco Cápac para dispararle un proyectil que mató a su comandante, el capitán de fragata Manuel Thomson y a varios tripulantes; pero se le trabó su otro cañón, lo que permitió alejarse al buque chileno.
Se sumó a la revolución encabezada por el general Andrés A. Cáceres contra el gobierno de Miguel Iglesias.
Finalizada esta guerra civil, fue nombrado prefecto de Moquegua (1885), donde sofocó severamente un motín militar.
En 1888 fue comisionado para tomar posesión de los vapores Yavarí y Yapurá, procediendo a organizar la nueva administración para su arrendamiento.