Estas joyas fueron perdidas tras el saqueo de Tblisi llevado a cabo en 1795 por las tropas del gobernante persa Aga Muhammad Khan.
La Corona georgiana estaba hecha de oro, con ornamento incrustados y cerrada por ocho medios arcos sobre los cuales se halla un globo que servía de pie a una cruz.
La historiadora georgiana Natalia Beruchashvili cree que la corona podría haber sido vendida en el extranjero y finalmente adquirida por Henri Deterding, el entonces director de Royal Dutch Shell.
Tras su muerte en 1939 se pierde el rastro, aunque podría permanecer en alguna colección privada en Europa.
Únicamente el cetro de Jorge XII sobrevivió en la colección de la Armería del Kremlin, debido a un error -pues se creía que pertenecía al zar Pablo I.