El periodista ruso pasó cuatro días en Asturias donde se entrevistó con destacados líderes comunistas para conocer de primera mano la situación bélica en la zona.
En ese momento, los republicanos habían conseguido romperlo por la parte de la ciudad donde Ambou tenía su residencia.
Simplemente, cogió una muñeca rusa de grandes dimensiones que había comprado en Moscú y le dio una razón para ello.
[6] En el mencionado libro, aparece entre otras imágenes, el curioso momento en que los dos pasean por Oviedo.
Tras la contienda se exilió primero en Francia, luego en República Dominicana, y finalmente en Cuba.