Descripto como un criollo de tez blanca, buen mozo, alto, moreno, de porte seguro y arrojado, buen jinete y hábil con las armas (boleadoras, facón, trabuco).
Pero el gobernador Juan Manuel de Rosas se enteró de lo sucedido y como necesitaba reclutar gente con habilidad para las armas— retiró la sentencia y ordenó que se uniera a las fuerzas militares.
Enterándose de lo sucedido en la comisaría el comisario mandó a detener al gaucho y sus cuatro compañeros, los cinco intentaron huir de la provincia pero fueron encontrados por un batallón y se desató una batalla, resultando muerto el capitán del escuadrón.
Cuello estuvo perseguido por mucho tiempo, era encontrado en alguna campaña, ofrecía lucha y escapaba: al igual que muchos desertores, buscó refugio en las tolderías del cacique Mariano Moicán.
El gaucho se convirtió en un héroe romántico, debido a sus amoríos y aventuras, especialmente admirado por los porteños.
Tras un enfrentamiento nocturno, Cuello agregaría a su prontuario la muerte del capitán Holguín.
Pero once de sus secuaces decidieron enfrentar al juez Silva, acción que resultó en fracaso.
Según relata Gutiérrez, seguramente de forma ficticia, Potrillo fue condenado a fusilamiento, pero Juan Cuello se abrió paso en el medio de la multitud gritando que él era en realidad Juan Cuello.
Potrillo sería ejecutado de todas formas y Cuello escaparía del lugar.