La Mazorca

En 1833 era gobernador de Buenos Aires el general Juan Ramón Balcarce, miembro del Partido Federal.

Tras una semana de enfrentamientos, Balcarce fue obligado a renunciar y fue reemplazado por el general Juan José Viamonte.

[1]​ En las semanas siguientes se produjeron ruidosas manifestaciones por parte de la Sociedad Popular Restauradora; la noche del 29 de abril de 1834, una partida policial no identificada realizó varios disparos sobre las casas del ministro Manuel José García y del diputado provincial Pedro Pablo Vidal, ambos ligados al expresidente Bernardino Rivadavia.

[3]​ Si bien Encarnación Ezcurra se adjudicó la autoría intelectual del atentado, esa fue la primera aparición pública de la Mazorca.

[6]​ La Mazorca continuó defendiendo los intereses de la Confederación; cualquier posible insurrección en la ciudad pasó a ser controlada por ella y, en el campo, los comandantes pudieron actuar sin límites contra toda disidencia antipatriotica.

[7]​ La versión más difundida asocia su nombre a un poema amenazante publicado en las calles, escrito por el después opositor José Rivera Indarte para publicitar la acción de la Sociedad Popular Restauradora.

Y así con gran devoción dirás para tu coleto: ¡Sálvame de aqueste aprieto, oh, Santa Federaciòn!

Esta versión requiere cambiar los versos tercero y cuarto, de modo que fuera

[8]​ Además, la Mazorca contó con la colaboración del periodismo rosista, que rápidamente monopolizó la prensa.

Entre sus miembros se destacó Nicolás Mariño, quien, además de ser policía, fue un periodista de temer que tuvo a su cargo la compaginación del periódico La Gaceta Mercantil siguiendo los lineamientos y apuntes que le daba el propio Rosas u otros mazorqueros.

En este contexto, la Mazorca vigilaba el cumplimiento de estas normas, usos y costumbres.

[12]​[13]​ A partir de 1839 la Mazorca aumentó sus actividades, que se volvieron más violentas.

Impuso su misión a través del terror, la versión más extrema y radical del rosismo, quien decidió aumentar el control político y social aprovechando la guerra civil que vivía todo el país.

[19]​ Cuando, en septiembre, Lavalle finalmente optó por retirarse —debido al muy escaso apoyo que había encontrado— estalló la violencia en su máxima furia: la Mazorca asesinó a decenas de personas, y el propio Rosas consideró que si ordenaba detener la matanza sería desobedecido.

Al día siguiente fue degollado y luego decapitado el juez de paz del lugar, Paulino Barreiro, supuestamente por haber entregado un pase a Avelino Viamonte para seguir viaje a Uruguay como único crimen.

Pero al año siguiente, Rosas recibió en su casa una caja cerrada, que dejó a su hija Manuelita para que abriera; se trataba de un artefacto armado con cañones de pistolas, diseñado para matar a quien lo abriera.

Eso no debe entenderse como que no hubo más muertes, sino que Rosas prefirió los fusilamientos a plena luz del día, ejecutados por la policía o el ejército, por orden directa suya, generalmente por escrito.

[29]​ Si bien la tradición iniciada por José Rivera Indarte agrupó la violencia durante la época de Rosas sin discriminar entre la Mazorca y las fuerzas federales y contabilizando 480 asesinatos, autores posteriores han marcado una diferencia fundamental entre ellas.

Entre ellos se destaca el poeta romántico José Mármol quien publicó en 1851 su novela Amalia, donde relataba:[30]​

Bandera militar de la Confederación Argentina con el Escudo Nacional en el centro que lleva las leyendas "¡Viva la Confederación Argentina! y "¡Mueran los salvajes unitarios!".
La Mazorca , obra del escritor argentino Eduardo Gutiérrez
Silverio Badía y Manuel Troncoso. Museo Histórico Nacional . Fueron ejecutados el 12 de octubre de 1853 en la Plaza de la Victoria , y sus cuerpos expuestos durante varias horas.