En general, se ve al daimon de Sócrates como algo similar a la intuición.
Los seguidores de Sócrates le recomendaron huir,[4] lo cual era esperado (e incluso habría sido aceptado) por la ciudadanía; pero él se negó por principios.
Los antiguos atenienses no le dieron al juicio de Sócrates el carácter icónico que posee hoy en día.
Atenas acababa de atravesar un período complicado, donde un grupo pro espartano designado como los Treinta Tiranos había derogado la democracia en su búsqueda por imponer un gobierno oligárquico.
Sus amigos procuraron disculparse, pero la visión de Atenas seguramente haya sido la expresada por el orador Esquines algunos años después, cuando, durante una disertación, escribió:
La muerte de Sócrates, tal como fuera presentada por Platón, ha inspirado a escritores, artistas y filósofos del mundo moderno, en formas muy variadas.
En general, Sócrates es visto como una figura paternal, sabia y benévola, martirizada a causa de sus creencias intelectuales.
Así fue exactamente como lo presentaron Platón y Jenofonte, por lo cual no es sorprendente que el mito de Sócrates y su ejecución haya tomado existencia propia, alejada del hombre histórico cuya verdadera visión política posiblemente no lleguemos a conocer jamás.