[3] Terminada la guerra, emprendió varias actividades laborales y fue secretario general en Madrid del primer círculo tradicionalista de España,[5] para cuya fundación y sostenimiento haría grandes sacrificios.
De cadete fue ascendido a subbrigadier, alférez alumno y teniente,[6] grado que alcanzó en 1868.
[6] Julián García Gutiérrez se hizo él mismo sus baterías, y dirigió los fuegos ofensivos contra el pueblo y defensivos contra barcos de guerra.
Por ese destacado hecho de armas el capitán Gutiérrez sería ascendido a comandante.
[6] Levantado el sitio de Bilbao, concurrió a la reunión de todos los jefes y oficiales carlistas del Cuerpo que, bajo la dirección del segundo comandante general Juan María Maestre, se verificó en Arteaga, único centro artillero entonces, donde contribuyó como el que más a facilitar cuantas decisiones se tomaron para la organización definitiva del Cuerpo.
Sin embargo, al ser evacuada Estella, emprendió la marcha a diferentes puntos, hasta que, disuelto el Ejército carlista, y por ende su batería, en Lecumberri se incorporó al comandante general de Artillería, con el cual y junto al Estado Mayor general del Ejército carlista, penetró en Francia el 28 de febrero.
En 1889 García Gutiérrez sería elegido por unanimidad secretario general del Círculo Tradicionalista de Madrid.
[3] Realizó algunos escritos, siendo el último de ellos el prólogo que encabeza la segunda edición del Manual del voluntario carlista de Reynaldo Brea, que había sido uno sus discípulos y a quien tenía gran estima.
[3] En una carta remitida desde Venecia, Don Carlos manifestaría su pesar por la muerte de García Gutiérrez.