En Taxco y otras partes de México se les come vivos.
Al sentirse agredidos, los insectos expiden un fétido olor que aleja a su atacante.
Pero, al no ser insectos rastreros, su caminar es lento y esto permite atraparlos cuando aún se encuentran en el suelo.
Mientras los jumiles están vivos, poseen anestesia que adormece la lengua y el aparato digestivo, quitando el hambre.
Las personas que acostumbran el consumo de estos insectos, lo hacen generalmente en una tortilla como taco o simplemente «del piso a la boca», aunque, de este modo, el yodo que los insectos contienen es totalmente perceptible al paladar humano y, para algunos, desagradable.