Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Jurate Rosales emigró nuevamente a Francia, donde estudió latín y francés, obteniendo el diploma para la enseñanza de esta lengua.
Pese al exilio, mantuvo su cultura de origen, y en su casa se hablan tanto español como lituano.
Jurate Rosales defendió que la lengua y la religión de los godos no eran germánicas sino bálticas.
[13] Los profesores Alvydas Butkus y Stefano M. Lanza, por su parte, señalan los numerosos errores metodológicos de la autora, quien llega a forzar las fuentes o utilizar palabras «inexistentes» en lituano.
[14] En todos los casos se reconoce su impacto y difusión en la prensa lituana, motivado por el auge del nacionalismo.