Desde que el siglo XVIII alumbró la Ilustración y la Revolución francesa un nuevo mundo con ideales más humanistas e igualitarios trató de ir abriéndose paso.
Las conocidas como guerras carlistas, que también se dejaron sentir en Las Encartaciones, por ejemplo en Valmaseda, donde su viejo castillo medieval[1] reconvertido en fuerte Isabelino[2] sufrió el ataque de unos 14000 partidarios del archiduque Carlos en el año 1836.
A medida que la obra avanzaba fueron sucediéndose los accidentes y varios trabajadores murieron por deslizamientos de tierra o por voladuras incontroladas.
Así, en la España previa a la guerra civil, convivieron diferentes sentimientos de pertenencia nacional que fueron colisionando progresivamente.
Eibar pasaría a la historia por ser la primera localidad del Estado en proclamar el nuevo régimen, pero sorprendentemente, recientes investigaciones han descubierto que la pequeña localidad encartada de Galdames pudo adelantarse al pronunciamiento de la ciudad armera.
[8] Entre otras cosas, el triunfo de La República trajo mejoras para los trabajadores, una reforma agraria, la separación entre la iglesia y el estado, el voto femenino, una reducción del ejército, cierto reconocimiento de las nacionalidades del estado y un ambicioso plan educativo que acercó la cultura a las clases populares.
El levantamiento fue duramente reprimido por el Ejército, especialmente en Asturias donde las tropas comandadas por un joven oficial llamado Francisco Franco cometieron todo tipo de desmanes.
Ante el empuje de los sublevados, el Gobierno Vasco abandona la ciudad y parte hacia Las Encartaciones, pasando la primera noche en Otxaran, Zalla.
Gordexola fue atacada desde el sur y encabezando una columna de varios tanques, el general Dávila fue remontando la cuenca del río Cadagua.
En las proximidades, en Cerro Cuchillo, se excava un pequeño refugio que todavía puede visitarse a día de hoy.
Después se suceden hasta seis ataques para tomar la cumbre del Kolitza y otras tantos para llegar al Sabugal.
Al menos 80 muertos del bando franquista fueron enterrados años más tarde en el Valle de los Caídos.
(Valmaseda es la segunda localidad vasca, después de Vitoria-Gazteiz, que más soldados fallecidos envió al mausoleo franquista).
Otros como Salvador Ródenas, Faustino Armentia Aguado, y Juan Bautista Rodet son encarcelados en la cárcel-barco Cabo Quilates, en Bilbao.
Asua fue sobrino del indiano Martín Mendia y nació en una familia acuadalada, lo que le permitió compaginar sus estudios religiosos con la carrera de arquitectura.
A medida que los golpistas avanzan por Guipúzcoa y Vizcaya llegarán más gentes de esas dos provincias.
En concreto, Manuel quiso construir una escuela y un pequeño cementerio, obras que encargó a José de los Heros.
Allí fue llevado Arana en completo secreto y el misterio de su paradero no fue desvelado hasta 50 años más tarde.
Fabio Murga pasa a construir estabilizadores para bombas, Boinas la Encartada teje mantas para gudaris y milicianos, mientras que los talleres de La Robla y UMASSA colaboraron para blindar un tren cuya resistencia se probó en el parque del frontón con munición de diferente calibre.
Los fascistas ocupan la cárcel, la escuela, el frontón, los Maristas, etc. y los prisioneros son encerrados en dependencias de esos mismos edificios.
Al llegar la guerra fue elegido como miembro en la Junta Local de Defensa y posteriormente fue nombrado Comandante Intendente del Batallón Octubre.
Los aviones que lo llevaron a cabo fueron Junkers alemanes y el ataque causó cerca de treinta víctimas mortales, entre ellas varios niños.
En los días previos se sufrieron numerosos bombardeos de la aviación rebelde, también hubo combates en varias de las cimas que rodean a la población y ya en el pueblo, los enfrentamientos dejaron unos varios muertos y unas cuantas casas destruidas.
Allí se celebró la última reunión del ejecutivo vasco y en dicha sesión el Lehendakari Aguirre dio a conocer su famoso “Manifiesto de Trucíos” cuya frase más conocida decía así: “El territorio habrá sido conquistado; el alma del Pueblo Vasco, no; no lo será jamás“.
A medida que la guerra se fue acercando llegaron los primeros bombardeos y con ellos un flujo de refugiados cada vez mayor.
Debido a su situación en el occidente de Vizcaya, Lanestosa fue la última localidad vasca en ser ocupada por los franquistas.
En esa línea el Ayuntamiento de Valmaseda prohibió a las mujeres bañarse en el río para “evitar provocaciones”.
Posteriormente fue hecho prisionero por los nazis cuando trabajaba en la línea Maginot, y enviado al campo de concentración de Mauthausen, donde Aribert Heim, el tristemente famoso “Doctor Muerte”, le utilizó como cobaya humana para aberrantes experimentos a los que por fortuna sobrevivió.
Sin embargo, secretamente, siguió vendiendo materias primas a la Alemania Nazi para su industria de guerra.
McIntosh, torpedeó y hundió al mercante alemán Baldur que cargaba mineral en Saltacaballos, Cantabria.