Así comienzan en el pueblo patrullas de gente armada con escopetas.
Este palacio fue usado en primer término por voluntarios, que mientras estaban concentrados, trabajaron las tierras y sembraron patatas.
Luego pasó a ser una guardería infantil gestionada por la organización Socorro Rojo Internacional,[6] y finalmente, durante los últimos meses de la guerra en Las Encartaciones fue cuartel general militar.
[7] Así lo explica Matías Ruiz Martínez de Lahidalga, miliciano del batallón UGT 3 “González Peña” en sus memorias plasmadas en su libro autobiográfico "Una vida marcada por la guerra".
Con estos datos se puede afirmar que durante el conflicto en nuestra provincia y en la comarca de las Encartaciones, cientos de jóvenes carranzanos lucharon en el frente.
En Carranza se contabilizaron hasta 15 ataques aéreos en el nudo ferroviario de Ambasaguas y en Molinar principalmente.
Los franquistas fueron avanzando inexorablemente tomando la parte más oriental de Las Encartaciones en apenas un mes, no sin antes, darse duras batallas en Galdames, Sopuerta y Zalla.
Cuando todo parecía indicar que los sublevados tomarían seguidamente Trucios, Arcentales, Carranza y Lanestosa, el frente quedó parado debido a que el Gobierno de la República comenzó la batalla de Brunete, atacando a los franquistas que asediaban la capital.
[13] La segunda media Brigada de Castilla, al mando del comandante Antonio Rodríguez Díez, toma el ayuntamiento y ese mismo día se constituye en sesión extraordinaria una nueva corporación.
Aunque en primera instancia aparece como alcalde interino José Sainz Munsuri, a partir del 28 de agosto de 1937 será designado como primer edil Francisco Vicario Calvo, acordado ese mismo día en sesión ordinaria.
Se destituyen también entre otros al secretario del ayuntamiento D. Sabino de Orueta, al médico titular D. Estanislao de las Rivas y Eguía, a los Alguaciles D. Francisco Pellicer Ahedo y D. Pedro Ruiz Trueba, al Albañil-Cantero municipal D. Domingo García Negrete y un largo etcétera de personas, incluido el “Chistulari” D. Elviro Ochoa Gómez.
Lo peor fue la represión contra algunos cargos políticos del pueblo como Teodoro Cisneros,[14] quien tuvo que huir de la localidad.
En el año 1988, este monumento fue despojado de símbolos franquistas y de los nombres inscritos en él y convertido a su vez, en un monumento dedicado genéricamente a la paz.