La misma fluidez de los trazos se observa en la remodelación de la cabeza de la reina, pero el proceso fue inverso en las crines del caballo como también en alguna zona del paisaje, ocultándose en la remodelación general del cuadro pinturas subyacentes ejecutadas con técnica más suelta y quizá del propio Velázquez.
En fecha posterior, y probablemente ya en el siglo XVIII, se le dio un formato horizontal mediante el añadido de dos bandas laterales.
Esta alteración, visible a simple vista, fue revertida en 2011, al igual que en su pareja, Felipe III a caballo, al hilo de una restauración general de la obra, por lo que vuelve a verse sin añadidos, en su formato original.
La figura de la reina aparece con un recargado vestido destacando dos famosas joyas que pertenecieron a los Austrias: la perla conocida como La Peregrina y el diamante cuadrado llamado El Estanque.
El caballo, presentado al paso, mira hacia la izquierda con la intención de que la obra guardase simetría con el cuadro de su esposo que mira hacia la derecha.