La tierra de las cuevas pintadas

Ayla tiene que aprender durante cuatro años todas las leyendas, rituales y demás conocimientos de la Zelandonia, lo que le impide estar tanto tiempo junto a su hija y su compañero como querría.

A su regreso Ayla realiza su último periodo de adiestramiento, el estudio astrológico.

Pero la otra sorpresa la causará gran sufrimiento: sorprende a Jondalar y Marona compartiendo placeres.

Por ello Laramar decide dejar la novena caverna y Jondalar será condenado a cuidar de los niños de su hogar, aunque ya lo venía haciendo la pareja en gran medida.

Tras la traumática experiencia, la pareja se reconcilia y encaran el futuro con la esperanza de tener más hijos juntos.