En dos momentos diferentes, en 1914 y 1982, un castillo medieval sirve como experimento para crear una sociedad donde la angustia pueda ser excluida de la vida cotidiana.
En vísperas de La Primera Guerra Mundial, el conde Forbek comienza a construir un fantástico castillo en un bosque.
Al mismo tiempo, se cuenta la historia del nacimiento de un bebé noble.
En tiempos legendarios, el hijo de un rey es rescatado por su enfermera cuando su padre es asesinado por un rival.
En 1914, el rico conde Forbek anuncia a sus amigos su plan de construir un castillo extravagante, un «templo de la felicidad», como hogar para él y para ellos, que dedicará a Livia, la mujer con la que pretende casarse.
Sus planes se ven interrumpidos por el inicio de la Primera Guerra Mundial y Livia se casa con Raoul, un oficial del ejército; pero en 1920 el castillo está lo suficientemente completo como para que Forbek pueda entretener allí a sus amigos.
Los invita a todos a participar en un experimento en el que sus actuales descontentos y todos sus recuerdos serán borrados cuando beban una poción, y renacerán como personas nuevas, reeducadas para vivir en perfecta armonía.
Una conferencia educativa reúne a delegados que incluyen a Walter Guarini, un arquitecto utópico, Nora Winkle, una antropóloga estadounidense, Elisabeth Rousseau, una seria maestra de escuela provincial, y Roger Dufresne, un experto en juegos del Instituto.
Mientras tanto, el travieso plan de Nora para fomentar un romance entre Elisabeth y Roger tiene resultados completamente opuestos.
Cuando la colaboración de Resnais y Jean Gruault en Mon oncle d'Amérique resultó exitosa, el productor les pidió que trabajaran juntos en otra película.
Algunos críticos vieron la película como una contraparte cómica de su predecesora Mon oncle d'Amérique, que también había utilizado una narrativa triple como medio para explorar teorías del comportamiento humano; y ambas películas fueron escritas por el mismo guionista, Jean Gruault.
Por ejemplo, Robert Brown, "Todo el mundo tiene sus razones", en Monthly Film Bulletin, v.51 no.4 (mayo de 1984) págs.136-137.
"Cette œuvre – qui est plus que jamais à la ressemblance totale de Resnais: composite, baroque, sinueuse, bâtie sur des niveaux qui s'additionnent sans se contrecarrer… – a été méconnue, mésestimée à sa sortie, parce que sa bouffonnerie ocasionalmente a pu acréditer l'idée superficialle que Resnais, contre tout son travail précédent, avait voulu faire rire son public...
C'était d'abord n'avoir rien entendu à l'humour diffus de tous les films d'Alain Resnais..."