Su construcción fue ampliamente financiada, como la iglesia, por una participación fuerte y personal de Napoleón III.
Los propietarios y funcionarios que lo constituyen se reúnen primero al castillo imperial de Lamotte-Beuvron.
Habiendo perdido todo reconocimiento oficial al principio de ello la Tercera República, el Comité central agrícola hace construir 1908 un edificio donde puede reunirse y conservar sus archivos.
Frente a Estación de Lamotte-Beuvron, el hotel Tatin es entonces una parada gastronómica famosa.
Es allá dónde, en los últimos años del siglo XIX, las restauradoras (dueñas de un restaurante), la hermana Tatin (Stéphanie, dicha "Fanny", 1838-1917, y Caroline, 1847-1911) inventan - por casualidad como digo - el célebre Tarte Tatin.