Tanto en "Los tres hombres cojos" como en "El amante invisible", la habilidad del detective consigue contra todas las apariencias salvar al respectivo "falso culpable" de la situación "La pitillera de teca" (1933) es la quintaesencia del Queen más temprano, investigar una situación a fondo a modo de un rompecabezas.
Se adopta el mismo enfoque que en novelas como El misterio de los polvos (1930).
La frase final, según la cual el detective no estaba "verdaderamente interesado en los aspectos morales del crimen" aparecerá expuesta teóricamente en ¨El misterio de Cabo español", y más tarde aplicada en la práctica en "La ciudad desgraciada" y otras novelas posteriores.
"Los siete gatos negros" (1934) tiene una muy entretenida trama, aunque quizá le falte profundizar en unos motivos aceptables para la muerte de los felinos del título.
Los autores lo consideraron como su mejor cuento corto, tras "The Affair at the Bungalow" de Agatha Christie y es el más sutil de todos los relatos cortos detectivescos.