Con el regreso de Ferdinand I, su padre se vio obligado a exiliarse con su familia en Francia.
Laura pasó su infancia en París, fue educada por su padre, quien comenzó a inculcarle su amor por el país y por las letras.
En 1844 cantó el heroísmo de los hermanos Bandiera; en 1846, en Florencia, muchos escritores la recibieron como la poetisa del Risorgimento Nacional.
Regresó a Nápoles solo en 1860, después de la huida borbónica, donde compuso una cantata para Vittorio Emanuele, representada en el teatro San Carlo, en presencia del propio rey.
En 1863, con motivo del levantamiento polaco, escribió un himno denunciando la ocupación de Roma por Francia.