Tradicionalmente se elabora al horno de leña, en cazuelas de barro y es servido a los comensales caliente, con la carne exterior crujiente.
Algunas localidades han unido la cultura pastoril y el turismo sostenible, convirtiéndose en un destino gastronómico líder a nivel nacional e internacional.
En Castilla y León, la carne con la que se realiza este plato está protegida con la IGP de Lechazo de Castilla y León.
Otra variante es que antes de meterlo en el horno se unta con la manteca.
El plato requiere pocos ingredientes pero la dificultad se encuentra en pillar el punto.