La diferencia entre formas literarias y no literarias (lengua coloquial) es más pronunciada en unos idiomas que en otros; cuando hay una gran divergencia, se dice que la lengua presenta diglosia.
[1] Algunas obras literarias que muestran el registro más bajo de la lengua durante el período del latín clásico pueden dar una idea del mundo del latín vulgar arcaico; las obras de autores como Plauto y Terencio, por ser comedias con diferentes personajes esclavos o pertenecientes a las clases bajas, conservan algunas características latinas basiletales, como el discurso de los libertos registrado en la sección Cena Trimalchionis de El Satiricón, novela escrita por Petronio.
A veces la una lengua literaria es sólo una convención entendible por los hablantes pero en realidad no hablada vernáculamente por nadie.
Por ejemplo el alto alemán antiguo si bien usa léxico altogermánico de los siglos VIII y IX usa una sintaxis que en muchos puntos imita la gramática y el orden del latín, por lo que muchas de sus oraciones parecen más bien latín clásico parafraseado en altogermánico, mientras que en la lengua coloquial la gramática no calcaba las estructuras latinas.
Otro caso interesante es francoitaliano que se usó para la primera versión de Los viajes de Marco Polo en el siglo XIII, ya que aun Dante Alighieri no había escrito la Divina comedia que a partir del mediados del siglo XIV sería ampliamente usada como estándar literario en la península italiano, a pesar de que coloquialmente en muchas regiones se empleaban lenguas romances diferentes del toscano medieval de Alighieri.