El individuo mantenía por lo general un control absoluto sobre la propiedad que le había sido delegada.
La organización creada para gestionar la Ley de Consagración se llamó la Orden Unida.
La consagración se entiende como la dedicación altruista del tiempo de uno, ayudando así a «construir Sion».
Para pagar por todo esto, se recoge de entre los miembros más píos un diezmo.
Los orígenes se pueden trazar desde tres acontecimientos distintos que dieron unos motivos determinados para su establecimiento: