Un tío suyo le encontró trabajo en Palermo, en la Librería Landron, y fue contratado como ilustrador del semanario socialista La battaglia.
Decepcionado por los ambientes isleños, regresó a la Toscana, en Florencia, donde continuó la labor de ilustrador, dibujante y ceramista.
La estancia en París fue importante, ya que le permitió adquirir nuevas capacidades en la competencia técnica.
Tuvo una amistad profunda y fructífera con el crítico Ugo Ojetti, que lo introdujo en los principales centros artísticos del norte de Italia.
Con ellos constituyó la Gipsoteca Libero Andreotti, que se encuentra en los locales del antiguo Palacio comunal.