La lengua se dividió en varios dialectos, de los cuales sólo dos poseen una literatura abundante, el Sahídico o copto del Alto Egipto, y el Nohahírico o Boháírico, copto del Bajo Egipto.
En sus orígenes se cruzan versiones de obras cristianas griegas y, en efecto, muchas de estas se conocen hoy gracias exclusivamente a sus traducciones al copto; la literatura en copto se conoce todavía muy mal, debido al pillaje sufrido por los monasterios y bibliotecas y a la gran cantidad de material aún inédito; lo que queda son fundamentalmente textos cristianos, entre otros gnósticos y maniqueos.
La literatura copta comienza con los Apócrifos, numerosas adaptaciones libres del griego o textos originales escritos en tono lúdico y exagerado.
Hay también un Apocalipsis imaginativo (no se pretendía transmitir un dogma exacto), que abunda en las atrocidades infernales y en las delicias paradisíacas.
El siglo XIX supuso una revitalización para esta lengua gracias al impulso provocado por el patriarca de Alejandría Cirilo IV.