Living in Oblivion

Mientras el director intenta llevar a cabo el rodaje, surge la relación amorosa entre Nicole (Catherine Keener), una actriz, y Chad Palomino (James LeGros), un soberbio actor de Hollywood, que además no se encuentra muy entusiasmado trabajando en una película independiente, pero Nick insiste en mantenerlo dentro del proyecto.

[8]​ Posteriormente, fue descrita por algunos medios como una película de culto[2]​[9]​[10]​ y otros la han incluido entre los trabajos más destacados cuyas tramas retratan la realización cinematográfica.

[11]​[12]​[13]​[14]​ La película se divide en tres partes, las cuales se refieren a la realización de una película de bajo presupuesto con el mismo director, equipo y principalmente el mismo elenco.

Cuando Nicole (Catherine Keener) se regaña a sí misma por actuar mal, Cora (Rica Martens) la tranquiliza con un gesto que le recuerda a Nicole un gesto similar hecho por su propia madre enferma terminal.

El personaje de Nicole, Ellen, y el personaje de Chad, Damian, han estado enamorados durante años, pero nunca lo han admitido hasta que se filma la escena ese día.

Desesperado por mantener feliz a Chad, Nick acepta que Nicole no es muy buena actriz.

Tercera parte: Más tarde el mismo día, el equipo se está preparando para una escena de ensueño en la que Nicole, como Ellen, se queda quieta mientras un enano camina a su alrededor sosteniendo una manzana.

Nick se las arregla para mantener su actitud positiva a pesar de los diversos percances que ocurren: la máquina de humo no funciona, luego se incendia y luego su senil madre Cora llega al set.

En ese momento interviene su madre, agarrando la manzana, moviéndose hacia el sitio de Tito y anunciando que está lista.

[16]​ DiCillo escribió la primera media hora de la película en cuatro días y le presentó la idea a Catherine Keener.

En cambio, DiCillo le sugirió interpretar a camarógrafo y este aceptó, invirtiendo 5000 dólares.

Mientras Keener le comunicaba por teléfono a DiCillo que Pitt no iba a estar disponible, James LeGros pasaba por la casa de la actriz y en ese mismo instante se le ofreció rol.

[18]​ Originalmente, se iba a tratar únicamente de un cortometraje de esa duración[5]​ y se iba a titular Scene Six, Part One[2]​ o Part One, Oblivion.

[7]​ Alentado por el equipo, DiCillo decidió grabar una segunda y tercera parte para integrarlas al metraje ya filmado, alcanzando finalmente 90 minutos de duración.

[5]​ El resto de la producción fue financiada por Hilary Gilford con dinero que había heredado.

Varios actores de baja estatura se presentaron a la audición pero, según el director, ninguno sabía actuar.

El consenso del sitio web dice: «Living in Oblivion se sumerge en la locura de hacer cine con una sátira aguda que eleva el cine independiente mientras funciona como una película independiente entretenida por mérito propio».

[27]​ Kenneth Turan, de The Los Angeles Times, escribió: «Aunque Living in Oblivion puede sonar como una película de un solo chiste, el placer es que no tiene problemas para mantener el interés sin sentirse repetitiva».

[30]​ Una de las pocas reseñas negativas fue escrita por Manohla Dargis, para la revista Spin, que definió Living in Oblivion como «una broma de diez minutos que se extendió casi hasta el agotamiento».

Con un estreno limitado,[2]​ Living in Oblivion recaudó 1 111 790 millones de dólares en Estados Unidos.

[3]​ John Berra notó la poca publicidad que recibió Living in Oblivion en comparación con otras cintas independientes de la época, considerando que el publicista James Urman pudo haber tenido responsabilidad en ello.

Urman se había quejado del poco atractivo comercial que tenían los actores Buscemi y LeGros a la hora de promover la película en los medios.

[2]​ Las ganancias que la distribuidora Sony Pictures Classic pudo lograr fueron gracias al éxito en ventas de la edición en DVD.

[13]​ Para el crítico Nathan Rabin «en Steve Buscemi y Catherine Keener, Living in Oblivion tuvo dos de los componentes más importantes, prolíficos y esenciales del cine independiente de los noventa.

El autor añadió: «Incluso entre las mejores películas sobre cómo hacer películas, ninguna ha retratado el duro esfuerzo amateur de manera tan auténtica como Tom DiCillo y Steve Buscemi lo hicieron aquí».