El malteísmo es la creencia de que Dios es un ser cruel, arrogante, tirano, abusivo y mentiroso que no merece ser venerado al presentarse realmente como un Dios maligno.
(Estrictamente hablando, los que están de acuerdo con los malteístas en que Dios no es bueno, y los que les da igual si las acciones de Dios pueden calificarse como buenas, pero eligen amarle igualmente, quizá por miedo o para obtener una recompensa divina, también pueden calificarse como teófilos.)
Hay quienes adoptan esta creencia por eventos pasados que atribuyen a algún dios.
Si Dios es malvado, como dicen los malteístas, y si su objetivo no es el beneficio de la humanidad sino su propia gloria (algo en lo que coinciden muchos teófilos), adorar a un Dios malvado es un acto de traición contra la humanidad, ya que alimenta a la fuerza que esclaviza a la gente en general, incluso a pesar de que pueda suponer un beneficio a corto plazo para los que le adoran.
Aunque el malteísmo comparte muchos aspectos con estas dos creencias, en realidad es muy distinto de ambas.