Visitaba a menudo la corte imperial rusa, donde tenía una cercana relación con su tía, la zarina María Fiódorovna (nacida como la duquesa Sofía Dorotea de Wurtemberg).
En el período 1819-1821, junto con sus padres, realizó un largo viaje a Alemania y Austria.
María disfrutó especialmente de su visita a Viena, y la describió como "felicidad descarada".
A su regreso, vivió en San Petersburgo en un lujoso palacio en el Jardín Yusupov, donde se mudó su familia.
Ocupó un alto cargo en la corte, participó y fue testigo de muchos eventos importantes.
Estuvo enferma solo por un corto período de tiempo, y María describió la dolorosa enfermedad a su tío, Fernando, en Viena.
Ella escribió: Su madre había muerto en San Petersburgo y, por ahora, María permanecía allí.
Mientras tanto, la madre del duque, la duquesa Augusta, planeo que su nieta María fue la nueva esposa de su hijo.
El duque era su tío (hermano de su madre, Antonieta) y era 15 años mayor que ella.
Ella les mostró un cariño maternal, pero en general, su crianza estuvo en manos de su padre.
[4] El historiador Gillian Gill describe a María como una "severa y melancólica dama".
Sufrió al menos dos abortos espontáneos, los cuales según los informes, casi le costaron la vida.
Le escribió a su esposo: Desafortunadamente, el deseo de María nunca se haría realidad: no tendría hijos.
La nueva construcción del primer teatro en Coburgo, fue inaugurada en su cumpleaños número 41, donde desde 1842, Franz Liszt se presentaba algunas veces y la visitaba a menudo.
En 1842, el joven Ernesto se casó con Alejandrina de Baden, dándole a María otra nuera.
Le escribió a Alberto: Aunque ya no era duquesa reinante, María eligió como sus residencias los castillos de Reinhardsbrunn, Friedrichsthal (donde pasaba los veranos) y Friedenstein, todos en Gotha.
A medida que la familia de Alberto crecía, María también se mantuvo en contacto con ellos.
Conoció a su nieta, Victoria, poco después de su matrimonio con el príncipe Federico de Prusia en 1858, y la reina Victoria le escribió a su hija preguntándole si encontraba que "la abuela se veía tan vieja".
“Alberto me regaló una silla de ruedas maravillosa, que lamentablemente ya no puedo prescindir en el salón, tanto para caminar; ¡es una obra maestra inglesa!".
[9] Había estado sufriendo de erisipela con fiebre alta y "el dolor más terrible".
Según Alberto, “en sus sentimientos, mi madre siempre ha sido rusa y nunca pudo sentir que había echado raíces aquí”.