Tras completar sus estudios, que aunaron formación militar y artes liberales, el joven se casó en 1858 con la princesa real Victoria, quien le reafirmó en sus ideas progresistas.
No obstante, y a pesar de sus éxitos militares, su padre lo mantenía alejado del poder.
Además, la proclamación del Imperio alemán, en 1871, no supuso para él ninguna promoción política.
Tras haber sido educado en la más estricta tradición militar de los Hohenzollern, ejerció la regencia del reino desde 1858.
[8][10] No obstante, algunos meses después, la revolución alemana fue barrida del mapa por las fuerzas conservadoras.
[11] En el siglo xix, los matrimonios reales europeos eran concertados por la corte para crear y reforzar las relaciones entre los estados del continente.
Desde 1851, la reina Victoria I del Reino Unido y su esposo, el príncipe Alberto, empezaron a hacer planes para casar a su hija mayor, la princesa Victoria, que acababa de cumplir 11 años, con Federico, el heredero al trono prusiano.
Durante muchos años, apoyó la idea del barón Christian Friedrich Freiherr von Stockmar de crear una alianza entre el Reino Unido y Prusia.
[14] Sin embargo, su marido no compartía su opinión y prefería casar a Federico con una princesa de la dinastía Románov.
Aunque fue concertada, la unión entre los dos jóvenes pronto se convirtió en un matrimonio feliz gracias a que Federico había recibido una educación liberal y Victoria compartía las ideas políticas de su marido.
Sin embargo, el rey Guillermo mostró pronto su sensibilidad conservadora y su oposición a las reformas.
[25] Soldado dogmático a pesar de sus 64 años,[26] Guillermo I tuvo problemas con el parlamento prusiano.
[28] Pronto, desprovisto de cualquier función real en Prusia, Federico y Victoria pasaron largos periodos en el Reino Unido.
Los prusianos y sus aliados austriacos vencieron a los daneses e invadieron el sur del país hasta Jutlandia.
Sin embargo, tras la guerra los aliados estuvieron dos años disputándose el liderazgo de los estados alemanes.
Sin embargo, el tercer día del conflicto, escribió a Victoria: «¿Quién sabe si no habrá una tercera guerra para conservar lo que ya hemos ganado?».
Durante una entrevista con dos periodistas parisinos, declaró: «A mí no me gusta la guerra, señores.
Federico se convirtió, pues, en príncipe heredero de Alemania y Otto von Bismarck en canciller imperial.
[40] Sin embargo, no se tenía muy en cuenta la opinión del heredero al trono imperial.
En ese momento Federico tenía ya 57 años y padecía cáncer de laringe.
[47] En Alemania, el doctor Ernst von Bergmann le propuso extirparle totalmente la laringe, mientras que su colega, el doctor Rudolf Virchow se opuso totalmente[48] pues no se había completado una operación semejante sin causarle la muerte al paciente.
Inmediatamente después de llegar al trono, condecoró a su esposa con la Orden del Águila Negra.
No obstante, Federico solo fue emperador durante 99 días[55] y se mostró incapaz de llevar a cabo las reformas que tenía en mente desde hacía tanto tiempo.
[28][62] Muy liberal, admiraba a su suegro Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha y el régimen parlamentario británico.
[64] Cuando llegó al trono, Federico y Victoria intentaron limitar el papel del canciller imperial[57] y reorganizar el sistema político alemán para añadirle más elementos del modelo liberal británico.
[55][65] Otros autores, como Michael Balfour o Michael Freund, van aún más lejos y defienden que si hubiera reinado más tiempo, Federico habría impedido el estallido de la Primera Guerra Mundial y, por consiguiente, de la Segunda Guerra Mundial.
Andreas Dorpalen afirma que es poco probable que el emperador hubiera cambiado de opinión si hubiera estado más tiempo en el trono,[63][69] si bien tenía un carácter muy débil para poder llevar a cabo cambios reales en Alemania.
[71] Por su parte, James J. Sheehan supone que el clima político y el sistema de partidos alemanes era demasiado conservador a finales del siglo xix para que Federico hubiera podido «liberalizarlo» en profundidad.