Martín Tritschler y Córdova

Su periodo episcopal se caracterizó por las conflictivas relaciones Iglesia-Estado que lo obligaron al exilio dos veces.

Gobernó su diócesis por espacio de 42 años y murió siendo el decano del Episcopado Mexicano.

[3]​ Su padre, Martin Tritschler, había llegado a México desde Alemania en 1833 tomando la ciudadanía mexicana y recibiendo posteriormente la ciudadanía poblana honorífica por su destacada participación en la guerra con Estados Unidos otorgada por el Congreso del Estado,[4]​[5]​ desde su llegada a México se dedicó a la fabricación de relojes siguiendo el modelo de la Selva Negra, y con el tiempo se hizo famoso como un hombre filántropo y humanitario además de un consagrado alpinista.

No hubo en 42 años de gobierno eclesiástico, y durante el periodo de seis Pontífices, una sola iglesia o capilla que por lo menos no recibiera mejoras tanto arquitectónicas como artísticas.

[18]​ Martín Tritschler implementó reformas entre el clero diocesano y trató de regularizar las prácticas religiosas populares, además apoyó al catolicismo social y estableció una buena relación con el poder político, especialmente con el influyente grupo encabezado por Olegario Molina.

[19]​ La Revolución no se hizo patente en Yucatán sino hasta la llegada del carrancismo cuando el gobierno culpó injustificadamente a la Iglesia Católica de haber apoyado al gobierno usurpador de Victoriano Huerta.

[20]​ Entre tanto, los expatriados eran investigados en sus actividades por la oficina central del servicio secreto mexicano, pues se temía que finaciaran a otros a perturbar el orden en México, en esa lista aparecía el nombre del arzobispo Tritschler.

Al año siguiente, 1923, la rebelión delahuertista interrumpió las reformas sociales de Carrillo Puerto y este al no lograr la defensa de Mérida resolvió retirarse no sin antes haber mandado matar a varios personajes entre los que se encontraba el arzobispo Tritschler, a pesar de ello Carrillo fue hecho prisionero y fusilado por las fuerzas delahuertistas, este hecho impidió que se cumplieran sus últimas órdenes.

Las posiciones eran irreductibles, la jerarquía católica no admitía los preceptos constitucionales pero sin oponerse, por su parte desde el gobierno, Calles se proponía imponer el cumplimiento estricto de la Constitución.

El 31 de julio cuando la gente se arremolinaba ante los templos, los obispos decidieron suspender los cultos y cerrar las iglesias, por su parte Calles respondía al clero que no había otro camino que someterse a la ley, esta vez, el arzobispo Tritschler permaneció al frente de su feligresía, no obstante insistencias en contrario.

En tanto que el arzobispo Tritschler permanecía en el destierro, el vicario Enrique Pérez Capetillo la dirigía con una arquidiócesis diezmada, con sacerdotes en prisión o en el exilio por el delito de celebrar actos religiosos en las casas particulares; no descansaron las autoridades civiles un momento en perseguir cualquier manifestación de fe católica.

Sin organización central, los cristeros, que así se les llaman, practicaron durante tres años una guerra de guerrillas similar a la zapatista y no menos efectiva, una guerra que obligó al gobierno de Calles y en primera instancia, a tolerar el culto en casas particulares.

Dos horas antes de fallecer había pedido que por ningún motivo se interrumpieran los preparativos del Congreso.

[23]​ El Congreso que en un principio despertó poco interés entre el público católico, se convirtió en un gran movimiento espiritual que ha sido calificado como el más grande acontecimiento histórico, social, patriótico y religiosos en el sureste mexicano, pues del 26 al 29 de noviembre de 1942 se gestó la expresión fervorosa de todo un pueblo, pues como consta en los diarios yucatecos, fueron miles los que acudieron a la Catedral y a los templos para ser partícipes del Sacramento de la Penitencia, las Comuniones y las solemnes Pontificales.

(Sentado) el Vicario capitular de Puebla Ramón Ibarra y González , de izq. a der. los hermanos Tritschler y Córdova: Alfonso, el pequeño Guillermo y el mayor Martín quien ya era un aventajado alumno de la Universidad Gregoriana de Roma. Por último el pequeño Luis de la Maza. Roma el 11 de mayo de 1888.
Martín Tritschler y Córdova como nuevo obispo de Yucatán en 1900.
El arzobispo Tritschler en La Habana en 1916, desde donde pedía al gobierno carrancista por la protección de los templos de su diócesis ante el expolio de que eran víctimas.
Fotografía del arzobispo Tritschler en su segundo exilio en La Habana, Cuba.