Enrique I fallecería en accidente cuando se preparaba su matrimonio con Sancha de León y Castilla (1217).
En la época moderna el conjunto fue reconstruido y ampliado desde finales del siglo XVII.
Entre los artistas que contribuyeron a su brillo, destacan Diogo Teixeira, Carlos Gimac y Miguel Francisco da Silva.
Con la extinción de las órdenes religiosas en Portugal (1834), el convento y todos sus activos pasan al Estado portugués.
Su patrimonio artístico se recoge en el Museo de Arte Sacro, allí instalado.
Las pilastras se colocan sobre altos entablajes y pináculos decorativos en los ángulos, marcados por la iglesia, divididos en secciones de piedra.
La gran nave se divide en dos registros y está rítmicamente marcada por secciones con pilastra toscana, mientras que arriba aparecen como pirámides invertidas.
Sobre estos hay nichos en forma de concha que se alternan con ventanas rectangulares, y techos abovedados con lunetas.
El claustro es precedido por una galilea formada por arco y portal con un frontón triangular interrumpido en el interior, unido a dos rejillas rectangulares.
El área a afectar por el uso turístico fue el ala sur y el modelo jurídico fue el de concesión.