El cenobio fue fundado por Pere de Tàrrega en 1176.
Ante la escasez de agua, en 1237 la comunidad abandonó el edificio.
El edificio funcionó a partir de entonces como santuario.
Quedan pocos vestigios de la construcción original.
Únicamente se conserva una parte del claustro, construido en el siglo XII, y que actualmente está dentro de la casa del ermitaño.