El movimiento feminista y de mujeres en la dictadura militar de Chile (1973-1990) fue un movimiento social llevado adelante por mujeres que resistieron a la dictadura militar y que lucharon por lograr una democracia con derechos plenos para las mismas.
[1][2] Mientras la primera ola del feminismo en Chile tuvo como centro principal la lucha por el sufragio femenino, el movimiento de mujeres en dictadura corresponde a una segunda ola, que se diferencia por instalar nuevos ejes, como la lucha contra la violencia contra las mujeres, la crítica al trabajo doméstico y la defensa de los derechos humanos.
Pronto este movimiento se articuló con diversos actores sociales, protagonizando la resistencia a la dictadura.
[3] El movimiento feminista y de mujeres presenta una cronología similar a otros movimientos sociales de resistencia, pues se vincula directamente con los cambios en las políticas del régimen, pero además posee características, contradicciones y transformaciones propias.
Algunas de ellas experimentaron en carne propia la represión política, agravada por la invisibilizada violencia política-sexual.
Además de esto, las mujeres tuvieron que sostener a sus familias empobrecidas.
Estos roles fueron impulsados especialmente a través de la Fundación CEMA Chile, dirigida por Lucía Hiriart, institución que realizó actividades asistencialistas para las mujeres más precarizadas.
[4] Un hito importante para el movimiento fue la creación en 1976 de Coordinadora Nacional Sindical (CNS) y de su Departamento Femenino, cuyo objetivo era organizar a las mujeres trabajadoras y alentarlas a participar del movimiento sindical.
[6] Con la configuración de este nuevo escenario, el Círculo se separó en dos organizaciones.
Por otro, se creó la Casa de la Mujer La Morada, concebida como un espacio abierto para la acción política y el encuentro de las mujeres, en el que desarrollaron un diversos talleres, charlas, debates y encuentros.
El periodo estuvo marcado por la profunda crisis económica y por las extensas jornadas de protestas, con las que se inauguró un nuevo momento en la vida política nacional de confrontación abierta contra el régimen.
En 1983 se creó el MEMCH 83’, tomando su nombre del Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena (1935-1953).
Dentro del movimiento de oposición ganó terreno la estrategia de una salida pactada con el régimen dictatorial, vía plebiscito, lo que implicó una desmovilización importante del pueblo y las organizaciones y abrió un periodo llamado Transición a la democracia, limitado por las condiciones que la Dictadura impuso.
Así, se crearon diversas ONG, corporaciones, centros de investigación y fundaciones para llevar a cabo este objetivo.
[1] Se trataba de publicaciones militantes, elaboradas por y para mujeres del movimiento.
Por esa misma razón, la mayoría de los textos son anónimos, utilizan seudónimos o están firmados colectivamente como organización, pero son pocos los casos en que están firmados con el nombre completo de sus autoras.
Esto se puede apreciar en acontecimientos como la conformación en 2018 de una bancada parlamentaria denominada Bancada feminista Julieta Kirkwood,[10] en honor a la importante líder del movimiento en los 80; y en la intervención realizada el Día de los Derechos Humanos de 2019, en la que mujeres convocadas por la Coordinadora Feminista 8M conmemoraron la histórica intervención del colectivo Mujeres por la vida en 1985, unidas por un hilo rojo.