[2][3] El resultado fue positivo para los contrarrevolucionarios: el Estado Federal suprimido y convertido nuevamente en una administración subordinada al gobierno peruano.
[3] El caos social de 1896 no desapareció y el coronel terminó por dejarse influenciar por las ideas regionalistas.
[3] El origen de los disturbios fue el abuso que realizaba las milicias vizcarristas contra la población local;[3] con el Líder Supremo muerto la Nación Selvática no pudo mantenerse en pie y volvió a integrarse a la República Peruana.
[3] La reacción del entonces presidente Eduardo López de Romaña fue enviar al coronel Teobaldo Gutiérrez para que se re-incorporé el territorio separatista mediante el asedio del área occidental de Loreto (actual San Martín),[1] mientras que a nivel internacional la reacción de las naciones limítrofes con respecto al separatismo loretano fue de indiferencia, pues no afectó los conflictos fronterizos que el Estado peruano mantenía con Brasil, Colombia y Ecuador.
[5] Igualmente se diferenció de las intentonas federalistas de Ricardo Seminario y Aramburú (1896) y Guillermo Cervantes (1921), pues la Nación no buscaba ser un Estado Federal o Región autónoma dentro del Perú, si no, ser un país independiente.