Así, aunque en sí mismo no era un movimiento antiárabe, se opuso al nacionalismo árabe y al panarabismo subyacente en él, que poco después se extendería por todo el mundo árabe, incluida Siria.
Así, el nacionalismo sirio se opone a las aspiraciones árabes a la región de Siria, prefiriendo una nacionalidad incluyente, llegando incluso a negar el origen étnico árabe de los sirios, y considerándolos en cambio como descendientes arabizados de los fenicios y otros habitantes antiguos de la zona; además, el nacionalismo sirio es un movimiento secular, que acepta todas las confesiones presentes en el área: Sunismo, Chiismo, Cristianismo y Judaísmo.
Esto hizo que muchos cristianos se vieran atraídos hacia este movimiento (así como hacia el nacionalismo árabe, igualmente no religioso), dado que las iglesias cristianas forman una minoría religiosa en el Oriente Medio, y temían ser absorbidas por las mayorías musulmanas.
Sin embargo, este partido aceptó desde casi sus orígenes que las condiciones específicas, políticas y sociales, de Líbano, hacían inevitable su existencia como estado independiente.
En los años siguientes, y en especial desde los años 70, el núcleo del partido ha adoptado posturas más suaves en relación con el nacionalismo árabe, al que ya no se oponen abiertamente: aceptan el origen árabe de los sirios, pero siguen considerando a la Gran Siria como un enclave pionero entre los pueblos árabes.